Tienes una cita importante dentro de poco en la que tienes que ponerte de cara al público y sientes en tu interior una sensación de pánico, e incluso nauseas, que aumenta según se va acercando la fecha. Te visualizas delante de esas personas y te sientes torpe y bloqueado.  Estamos hablando de un fenómeno complejo y que puede presentarse de forma distinta en cada persona, partiendo de que casi tres cuartas partes de la población llega a sufrir algún grado de ansiedad cuando deben dirigirse a una audiencia en público. Los casos más graves pueden afectar de manera muy considerable a una persona, suponiéndole por ejemplo un impedimento en su desarrollo profesional.

La glosofobia, entendida como el miedo a hablar en público, tiene un síntoma específico y fácilmente reconocible: la reacción de lucha o huida que acelera la frecuencia cardíaca, tensa los músculos, remueve el estómago y aumenta la presión arterial y la sudoración. Las personas que tienen miedo a hablar en público notan cómo estos factores influyen en la comunicación: temblor en la voz, repetición de muletillas, velocidad exagerada o bloqueo absoluto. Además, cuando hablamos de un temor a hablar en público muy potente, esto puede ir aparejado de otras limitaciones en las interacciones sociales. Puede tratarse de las expresiones concretas de un trastorno de fobia social, que causa un importante riesgo de situaciones de gran ansiedad.

Nadie nace con el don para hablar en público, sino que se aprende y se práctica. Por eso la experiencia es tan importante, porque me ayuda a contactar de forma real con mi auditorio, y no desde mis fantasías.

Hoy contestamos a las preguntas que sobre este tema han surgido en nuestros cursos: