¿Puedo transmitir la ansiedad a mis hijos?
A veces nos surgen miedos acerca de la transmisión de conductas ansiosas hacia nuestros hijos. Mostrar miedo cuando lo padezcamos… ¿es bueno o es malo?, ¿les ayudará o les perjudicará en un futuro? Tenemos que tener presente que nuestros hijos e hijas el día de mañana serán personas independientes, y hemos de confiar que sus decisiones, respuestas y formas de enfrentarse a la vida no tendrán porqué ser las mismas que las que hemos tenido nosotros. No podemos cargarnos con toda la responsabilidad de su evolución, puesto que debemos tener claro que no vamos a ser los únicos modelos vitales influyentes. Además, el hecho de que la ansiedad sea algo conocido a través del seno familiar, lejos de dificultar y abogar por el aprendizaje de sensaciones de indefensión, puede que haga crecer en ellos una sensación de fortaleza ante lo ya conocido.
La única transmisión de conceptos que resulta importante es que padecer ansiedad no es algo que nos enquiste para siempre, sino que es como muchas otras cosas que pueden pasarnos en la vida: es algo temporal que se puede modificar con esfuerzo, dedicación y compromiso. Pero para darles ese mensaje a nuestros pequeños, y a la gente que nos rodea, hemos de tener presente que somos nosotros mismos los que primero hemos de creer en su veracidad; por ello, resultaría muy interesante que cada uno se tomase un tiempo para pensar acerca de cuál es el concepto que, a estas alturas del proceso, tiene en mente. ¿Qué significa para nosotros ésto?, ¿cómo lo valoramos?, y según nos respondamos ya sabremos lo que transmitiremos o no, independientemente de los mensajes contradictorios o los esfuerzos que realicemos por transferirlo de otra forma, así es como les llegará a los demás por nuestra parte. No intentemos mentirnos, disfrazar o desnaturalizar las cosas, no nos compliquemos más de lo que ya lo hacemos, valoremos los aspectos beneficiosos de los diferentes enfoques y posibilidades sin acogernos a unos ideales catastróficos.