¿Es verdad que las mujeres sufren más de ansiedad? ¿O será que la manifestación es diferente? ¿Es un tema genético o cultural?

Ciertos rasgos como la independencia, el nivel de actividad o la asertividad constituyen factores protectores contra el miedo y la ansiedad. Curiosamente, en la educación, todavía se puede observar como a las niñas se les refuerzan las conductas prosociales y empáticas, mientras que a los niños se les fomenta los comportamientos de autonomía e independencia, la asertividad y la iniciativa, a la hora de desempeñar distintas actividades. Está comprobado que las niñas, desde muy pequeñas, reciben respuestas más positivas cuando cometen actos de obediencia y sumisión y a su vez, reciben respuestas más negativas al mostrarse más activas.

Antes porque pasaban todo el tiempo en casa, ahora porque han doblado sus tareas dentro y fuera de casa; antes porque no se les permitía tener círculos de amistades autónomos de los maridos, ahora porque se espera que a parte del trabajo, hogar y maternidad sean sociables, educadas, divertidas, inteligentes e en buena forma física. De una manera u otra, ¡la sociedad ha sido implacable con las mujeres!

La presión hacia la perfección, entendida como el cumplimiento de las normas que te dicta la sociedad, es algo de lo que la mujer no se ha podido liberar todavía. Si bien es cierto que el hombre se siente perdido en este cambio de paradigma, también es cierto que es a las mujeres a las que se les ordena, como lideres del cambio, que no se equivoquen… porque si lo llegan a hacer estarán ellos para señalar. Se les permite el cambio sin derecho a rectificaciones.

Ansiedad podemos sufrir todos, nadie está inmune. A la mujer se le permite manifestar sus emociones y necesidades por ser considerada débil y frágil, en el hombre no está bien visto porque en las reglas del patriarcado, el hombre es fuerte, y fuerte significa no sentir ni padecer.

En las consultas de psicología hombres y mujeres tienen ansiedad indiscriminadamente. La mujer lo suele contar en su círculo cercano, el hombre no. Con la crisis, vino el paro, y también descubrimos que no es lo mismo atender a un hombre en paro que a una mujer.

En conclusión, la mujer tiene más ansiedad que el hombre porque se le educa más en el miedo, la sumisión y la obediencia. La ansiedad no conoce sexo pero sí género, ¡es muy cultural!

No se descarta, claro está, la influencia de la línea genética que podemos tener todos y todas, solamente subrayamos que la mayor manifestación de ansiedad en las mujeres se debe a un factor de sociabilidad, variable a tener en cuenta a la hora de hacer el análisis clínico de los casos.

Así, las mujeres sufren más situaciones de ansiedad y la manifiestan de manera diferente que los hombres no solo por la posibilidad de una cuestión genética sino también por una demanda educacional que viene ya inclusive antes de que hubiéramos nacido.