El amor romántico surge en nuestro imaginario fruto de la industria cinematográfica y publicitaria, que hicieran parecer posible un deseo de muchos. El cine, la tele, la publicidad, nos enganchan transformando nuestras fantasías en realidad, devolviéndonos la ilusión, la esperanza de que un día de verdad podamos volar. Sí podemos volar, en avión, pero nunca tendremos alas… ¡así es más o menos el amor!

El amor existe, puede ser muy bueno pero nunca será perfecto 24/7. Hay momento de perfección seguidos de otros tantos más agrios, banales como la vida misma, laboriosos, complicados, bonitos, románticos, tristes, dubitativos, maravillosos, grandes, pequeños, extasiáticos, de rabia, de ira, de pasión… pero nunca será lo de la tele porque ese amor dura 60 minutos y solo así se puede ser perfecto.

A pesar de saber todo esto seguimos buscando ser la excepción a la regla y cuando algo falla en nuestro esquema de amor (romántico) se encienden las alarmas, porque en este tipo de amor sí que hay unas reglas y normas:

La media naranja.

La otra mitad, esa persona que te va a complementar hasta atingir el nirvana y todo será maravilloso; esa persona que es la versión de ti misma, que comprenderá como nadie. Aquí cada uno viene de su padre y su madre con su mochila bien cargada y cualquier relación implica una serie de esfuerzos entre negociación, cedencias y limajes.

El amor es eterno.

Es para siempre y nunca se puede tener dudas.

Las parejas deben hacer todo junto y contarlo todo.

En el amor romántico el espacio individual y su necesidad no existe, no obstante esto mismo puede cargar la relación por falta de elementos que ayuden la pareja a crecer. Tampoco hay que contarlo todo en la vida, hay que preguntarse antes para qué se lo vamos a contar, qué queremos con eso?

Si me quiere de verdad dejaría de hacer/decir…

El amor al contrario de lo que se dice no puede todo, y muchas veces bajo la bandera del amor prohibimos o obligamos a nuestra pareja; coartamos su libertad porque creemos que eso es estar en pareja.

En el amor verdadero con mirarse se sabe lo que el otro quiere, piensa y necesita.

Amar no es tragarse un adivino, si piensas algo dilo, si necesitas algo pídelo, no esperes a que te decepcione.

Quererse es lo más importante en una relación.

En una relación adulta no basta con quererse, es importante claro, pero también debe haber proyectos en común, ganas de construir cosas y luchar por ellas.

Si me quisiera no miraría a otras personas.

La relación de pareja, como dicho anteriormente, no se basa solamente en el amor o la atracción física, también contempla otros pilares importantes. Es normal que a lo largo de la vida se vayan conociendo personas interesantes y atractivas; por más que dos personas se quieran, la rutina y los años desgastan la relación y nos hacen añorar esos primeros años fantaseando con personas que al no convivir con ellas nos transportan a un mundo más fácil y vivo.