Es común ver parejas enfadadas. La gente se siente insatisfecha con el rumbo que sus vidas ha tomado, y no se les ocurre mejor idea que cargar sobre los que están cerca y si es la pareja pues a ella van, porque por lo general también se sienten frustrados con la elección de su vida amorosa.

Por lo general es más facil culpabilizar a los demás que mirar nuestros errores; no somos personas fáciles y nos cuesta admitirlo.

Somos seres sociales y necesitamos de gente pero hasta en eso somos orgullosos y poco generosos: no admitimos nuestras necesidades; aplicamos el juego del yo no te necesito, cuando te estoy deseando, pero eso sí, nunca admitirlo, no se vaya a pensar que soy débil y ¡aquí todos y todas somos muy muy fuertes!

La construcción del amor romántico viene a ser la causa de nuestras malas elecciones: buscamos seres perfectos, decimos que no, pero sí, es lo que buscamos!!!

En la vida real, aquella que está bastante lejos de Walt Disney y Hollywood, al máximo que podemos aspirar es a una buena persona, y está bien, porque la contraparte (nosotros) tampoco es perfecta y os recuerdo que NO somos fáciles (ni lo sabemos todo).

Buscamos ideales de amor que nos completen y muy importante, que piensen como nosotros; nos irritamos y les odiamos cuando esto no pasa, huimos de pensar en nosotros y culpabilizamos al otro. Rara vez el objetivo es mejorarse sino mejorar al otro, rara vez aceptamos una critica de nuestra pareja como algo constructivo, mas bien pensamos que nos quiere hacer daño, rebajar, y rara vez hacemos criticas constructivas, también buscamos hacer daño… sin saber muy bien por qué…

Con el amor romántico se ha dado prioridad al instinto. ¡Sigue tu instinto! Escuchamos tantas veces, pero en el instinto está el error… El instinto nos lleva al conocido y lo conocido ni siempre es bueno, solo familiar, y familiar ni siempre es sinónimo de bien estar.

El amor no es un instinto, es ¿una construcción que necesita ser aprendida! Cuando decimos que alguien no tiene o perdió la capacidad de amar no hablamos de instinto, hablamos de (des)aprendizaje.

Antes del amor romántico la gente también amaba, no era más infeliz. Ahora creemos que amar es fusionarse, adivinar pensamientos y necesidades, y se nos olvida trabajar en la relación, enseñando al otro nuestras necesidades y deseos ¡se nos olvidó comunicar!

Creemos que amar es aceptarnos en todo, cuando no lo hacemos con el otro ni con nosotros mismo. Tampoco nos gustamos tanto, tampoco aceptamos todo de nosotros, ¿por qué tienen los demás que hacerlo?

El amor romántico creó personas poco generosas y más egoístas. No queremos enseñar nada a nadie, tienen que adivinar; no podemos decir que necesitamos a nadie, somos angustiosamente autosatisfechos; no podemos pedir, somos ¡dependientes silenciosos!