¿Cual es el poder de la Vergüenza?

Contaba Marco, con nostalgia en la sala donde compartía horas con su psicoterapeuta, como fueron sus años de infancia y juventud. Los recordaba con la melancolía del que quisiera volver atrás para cambiar eso que llamamos errores de inexperiencia.

Recordaba a todos y cada uno de los compañeros que formaron su equipo de fútbol, y también recuerda los malos momentos que pasaba cuando no conseguía parar los goles de los contrincantes, como por momentos hubiese querido desaparecer del campo, como se sintió pequeñito tantas veces en ese campo de fútbol del barrio.

También recorría de nuevo en su cabeza todos los bares de Madrid en los que se perdió con su grupo de amigos. Contaba como éstos bailaban con desenfreno la música de los 80, como se reía viéndolos. Él nunca salió a la pista a bailar, pero disfrutaba viéndolos bailar como si de la última noche de su vida se tratara.

Contaba cuando se enamoró por primera vez de la que hoy es su mujer, su primer amor. Cuanto tardó en darle el primer beso y que mal lo pasaba en esas primeras citas, donde con sus 18, se sentía niño otra vez. Se sonroja aún, calificándose como un patoso de marca mayor en esto del amor. Relata lo horrible que fueron para él los primeros encuentros con la familia de su chica, siempre ha pensado en lo que debieron de pensar de él cuando no era capaz de enlazar dos frases seguidas.

Luego cuenta cómo fue su primera experiencia laboral, recuerda la primera entrevista mientras se ríe ¨Daría pena verme con ese nudo en la garganta, incapaz de fijar la mirada al jefe, no sé cómo me cogieron y como he llegado al puesto que tengo ahora¨.

Los minutos se echan encima y Marco abandona la consulta, ahora tiene que entrar Marta, su primer amor, han tenido un hijo hace unos años y su relación pasa por un bache importante. Han decidido acudir a un profesional que les ayude a gestionar lo suyo.

Cruzan miradas en la sala de espera, y aún llama la atención como después de 12 años sigue mirándola con vergüenza y ternura.

Hoy Marta también revive su niñez y adolescencia, en casi todos los momentos que recuerda Marco está presente. Ella es desinhibida, de las que no la importan ser el centro de miradas, es difícil hacerla sonrojarse, parece que cada paso nuevo que da ya lo hubiera pisado un millón de veces más.

Recuerda cuando iba a ver a Marco jugar al fútbol ¨era el mejor dice¨. Recuerda cómo salía avergonzado cuando le metían unos cuantos goles, y como se pasaba la semana entera entrenando para que no le volviera a pasar lo mismo. Se ríe recordando lo cabezota que era cuando algo no le salía como él quería ¨luchaba como un jabato para ser bueno, yo creo que detestaba la sensación que le provocaba no haber sido su mejor versión y por eso trabajaba duro para mejorar¨.

Ella también recuerda la noche Madrileña, como bailaba cada sábado como una loca en la Latina. Se encontraba con Marco y sus amigos en alguno de los garitos de moda de la época, ¨siempre estaba en la barra con su sonrisa tímida, me inspiraba curiosidad, siempre pensé que tenía un mundo interior apasionante, de esos ocultos y maravillosos, nunca se acercaba a bailar con nosotras y mucho menos nos dedicaba una lista de adjetivos de esos que o te molestan o te hacen irte a casa más contenta¨.

Marco levantaba inmensa curiosidad en ella, así lo contaba y por ello quiso conocerle más profundamente. ¨Yo me acercaba alguna vez intentando sacar cualquier tema de conversación, hasta que un día conseguí que me diera su teléfono¨ dice entre risas, ¨ya sabes que antes siempre éramos nosotras quienes esperábamos a ser cortejadas¨ ¨¿Y cuando le presenté a mis padres por primera vez?¨ Vuelve a reírse ¨No era capaz de mantenerles la mirada más de 10 segundos¨. Marta sabe muy bien porque a ellos también les pareció entrañable y humilde, al fin y al cabo ella también se había fijado en esa mirada baja.

¨Las cosas se complican a veces, y la convivencia es complicada, pero estoy orgullosa de él y siempre lo he estado. Marco consiguió un millón de trofeos de fútbol, su perseverancia lo hizo el mejor, nunca me olvido de la forma que tuvo de enamorarme, cómo el camino era interesante, porque él nunca me lo enseñó todo de golpe, cada día era un descubrimiento nuevo, cada día se deshacía de su escudo un poquito más y eso me encantaba. Me encantaba verle hacerse pequeñito delante de mis padres, mostraba como era en realidad, era humilde y tenía miedos, como todos supongo, pero a él era más fácil vérselos,era transparente. Siempre ha sido entregado en su trabajo, aún sigue sintiendo vergüenza de no entregar el informe que le han pedido impecable, y es capaz de pasarse noches enteras perfeccionándolo. No sé como hubiese sido Marco sin sus ojos tímidos que escondían historias, pero a veces pienso que me enamoré de su timidez, o mejor dicho, de todo lo que eso conllevó¨.