“¡Nada más conocerle ya me estaba casando!«. Este pensamiento es más frecuente de lo que podamos imaginarnos, principalmente si creemos que es nuestra ultima oportunidad.
Mucha gente nada más haberse conocido ya fantasea con la posibilidad de ser el/la definitivo(a) y van para la primera cita con una serie de expectativas pre concebidas que se esfuerzan para que se cumplan. En estos casos suele ocurrir que se está más interesado en estar en pareja que en conocer a la persona que se tiene delante.
Nuestras expectativas de estar en pareja unido a la creencia que no habrá otra oportunidad mejor muchas veces nos hacen entrar y estar en relaciones que no nos gustan tanto, otras veces la relación se mantiene a través de nuestra fantasía de lo que es y no nos damos cuenta que ya no es así o nunca fue.
La proyección de felicidad a través de la relación es otra de las creencias que hace cegar las relaciones, cargándolas de responsabilidades y deberes que no tendrían que tener. Sería más deseable para la salud de la relación ampliar los círculos generadores de bienestar de la persona creando un entorno rico en actividades y personas.