Según un estudio publicado por la Sociedad Internacional de trastornos afectivos, más del 10% de la población adulta en España ha sufrido uno de estos ataques. «Son similares a los de una situación de ansiedad común, la misma que puede sentirse al hacer un examen o una entrevista de trabajo«, explica Antonio Cano Videl (catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés) «pero al aparecer sin explicación aparente, producen miedo e inquietud». A su vez, ese miedo e inquietud retroalimentan los síntomas. «Se produce un círculo vicioso«. La clave para minimizar los ataques e incluso evitarlos es, por tanto, conocer la sintomatología «para no magnificarla y saber que no puede producirnos ningún daño«.

Síntomas para identificar un ataque de ansiedad:

1. Incremento brusco de la sensación de ansiedad y miedo

2. Taquicardia

3. Palpitaciones fuertes

4. Aumento de la temperatura corporal

5. Sudoración

6. Temblores

7. Sensación de irrealidad

8. Despersonalización (sentirse fuera de uno mismo) o desrealización (sensación de que lo que ocurre no es real)

9. Temor a morir, a perder el control o el conocimiento

10. Sensación de ahogo.

Además de los síntomas mencionados por Cano, el Manual diagnóstico de trastornos mentales, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, enumera también:

11. Sofoco

12. Opresión o malestar torácico

13. Sensación de entumecimiento u hormigueo.

En un ataque de ansiedad no tienen por qué aparecer todos estos síntomas. Junto a la aparición de la sensación de ansiedad y miedo –síntoma principal– deben aparecer al menos cuatro síntomas más de los arriba enumerados. Todos ellos se inician bruscamente y, si no se controlan, llegan a su máxima expresión en los primeros 10 minutos. No tienen una duración determinada.

Cómo ayudar a una persona que sufre un ataque de ansiedad

Lo prioritario para que un ataque de ansiedad desaparezca es lograr que la persona afectada deje de pensar en los síntomas que está sufriendo.

1. Mantener una conversación activa: «La clave es lograr distraer a la persona, aunque no es fácil porque su atención se centrará en lo que cree que la amenaza», explica Cano. Para el catedrático, la forma de que desvíe su atención es «hacer todo lo posible para que el afectado hable».

2. Ayuda a no magnificar los síntomas: es importante intentar que la persona afectada comprenda que nada de lo que le está ocurriendo puede hacerle año. Mientras hablamos con ella, «hay que intentar hacer ver que son los mismos síntomas que se tienen cuando hacemos un examen o hablamos en público», cuenta Cano.

3. Normaliza la situación: «Uno de los temores que se dan en el inicio de un ataque de ansiedad es que los síntomas sean observables», explica Cano. Es importante, por tanto, evitar llamar la atención y que se generen corros de personas alrededor del afectado.

 

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