La terapia de pareja como un servicio profesional es bastante reciente. Surge de la no eternidad de la pareja y de la necesidad de ella. Antes de la existencia de la ley de divorcio separarse era algo poco común y condenable; muchas personas se casaban por obligación, arreglos o convención social y aunque se llevasen mal la separación no era nunca una opción.

Al separar la pareja de la familia, al “permitirse” tener hijos fuera del matrimonio y desvincularse del carácter religioso la noción de pareja pierde sus limites más tradicionales quedándose a merced del juicio de cada uno. Antes, existían los consejeros matrimoniales que solían ser los curas de la parroquia a donde se iba a misa o los amigos y, en menor medida, los profesionales de psicología como empezó a ocurrir en los Estados Unidos y Alemania a partir de los años 30/40.

Hoy día no hay formulas para vivir en pareja y eso genera mucha angustia porque es imposible estar seguro cuando se duda a que referente acogerse.

La terapia de pareja sirve para que las personas se perciban a sí mismas y al otro como parte integrante de la relación. Sirve como punto de partida a poder generar otro tipo de pensamientos y asociaciones de modo a poder tomar decisiones con un sentimiento de mayor seguridad; fortalece las personas en la expresión de sus sentimientos y necesidades. Se aprende a no tener miedo.

La terapia de pareja no sirve sólo para arreglar cosas también sirve para que se pueda hacer una buena una separación, minimizando conflictos y sufrimiento, si así lo entienden.

La mayoría de las parejas llegan a terapia por demanda de uno de ellos aunque lo más favorable a la pareja sería acudir cuando ambos están de acuerdo que hay un malestar, ya que eso va aumentar la colaboración de ambos en el proceso. De nada vale que uno quiera y el otro no porque muchas veces el que va obligado boicotea el proceso terapéutico.

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Como en todas las terapias lo ideal seria empezar nada más detectar los primeros síntomas de malestar. Cuanto menos incrustados estén los problemas mejor el pronóstico, no obstante por todo lo que ello implica tanto a nivel económico como emocional, de asumir que la relación no va bien y que solos no consiguen darle la vuelta, cuando se llega a consulta ya se llevan arrastrando años de problemas. Es necesaria paciencia porque el tratamiento se puede alargar un poco más y por eso aconsejamos acudir a un profesional especializado cuanto antes para sanear la relación – cuando a uno le duele un diente no duda en ir al dentista, no se le ocurre curárselo por si mismo… ¡con las emociones es lo mismo! No es débil el que pide ayuda sino el que no sabe aprovecharla.

Cómo se hacen las consultas: Las consultas de desarrollarán semanalmente o quincenalmente según las necesidades de cada caso. En las terapias de pareja es imprescindible que acudan los dos a sesión, no obstante la organización de los intervinientes en las sesiones va a depender siempre del caso abordado.

Qué problemas se tratan: Se tratan los problemas que estén afectando a la dinámica de la relación; problemas que afectan de manera directa o indirectamente a la pareja, familiares y/o amigos. La pareja es un sistema que se puede ver perjudicado tanto por los sucesos internos de cada uno de sus miembros como por sucesos externos ajenos a sus dinámicas. Cuando la pareja se altera esto también repercute a lo que está a su alrededor, tal como puede ser la relación con los hijos, el rendimiento laboral o inclusive amigos y familia alargada.