La función de la pareja ha cambiado a lo largo de los tiempos adaptándose a las evoluciones socio-culturales de cada época. Hoy día formar una pareja no tiene porque relacionarse con la necesidad de procrear y en este sentido la pareja se ha aislado de la familia; ya no se duda en separarse o crear hijos fuera del matrimonio y la inserción de la mujer en el mundo laboral retiró a la pareja el sentido de sustentabilidad de uno de sus miembros ya que ambos aportan económicamente para los gastos del hogar y educación de los hijos.

Entonces ¿por qué queremos formar una pareja?, ¿por amor?, ¿por pertenencia? ¿exclusividad? Al contrario de otras épocas, no tan lejanas, como pueden ser las de nuestros padres y abuelos, hoy día, el amor se considera necesario a fin de continuar con una vida de pareja y la procreación puede disociarse de ella. Actualmente la pareja, más que nunca, aporta un sentimiento de identidad, de existencia! Al vivir como anónimos en ciudades gigantes llenas de personas preocupadas con sus ombligos pero deseosos de atención, la pareja se transformó en una fuente de identidad que permite a cada uno tener la sensación de que existe no solamente como padre o como madre, sino también, y sobre todo, como hombre o como mujer.

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La noción de existencia como elemento fundamental para el mantenimiento de la institución pareja acarrea la identidad sexual que, subestimada durante mucho tiempo, es un pilar fundamental en nuestra sensación de existir, y de existir plenamente.

La pareja se transformó en la fuente de todas nuestras necesidades de sentirnos queridos, deseados, da sentimiento de pertenencia y continuidad. Depositamos en una sola persona lo que tiempos antes se repartía por todo un entorno que solía ser familiar y cercano, donde todos se conocían y por lo tanto las necesidades se satisfacían a través de un grupo de personas.

Esta nueva manera de ver la pareja, muchas veces, genera una sobre carga en la relación que puede llevar al colapso de la dinámica a la vez que genera angustia y depresión asociada a una pérdida de vinculación, y por lo tanto pérdida de identidad. Asociado al nuevo concepto de pareja está también el amor como condición sine qua non para su mantenimiento lo que puede llevar a la ruptura prematura de las parejas, entendiendo el amor como eterno, que constituye una adquisición definitiva de la pareja.