Bertrand Russell fue un filósofo, matemático y escritor inglés que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1950. En principio no parecería que alguien como él tuviera algún secreto para la felicidad. De hecho, buena parte de su vida transcurrió entre la desilusión y el hartazgo. Sin embargo, quizás precisamente por esto, logró darle un giro a su vida y aprendió a ser feliz.

La felicidad se consigue enfocándose a lo exterior

Para Bertrand Russell el encerrarse en uno mismo, como un ovillo, solo conduce a la tristeza y el aburrimiento. Si nos enfocamos hacia nuestros problemas, fallas, vacíos, miedos, etc., solo conseguiremos perder entusiasmo por la vida. En eso coincide con las filosofías orientales y con el psicoanálisis lacaniano. Estas dos corrientes plantean que el “yo” es la fuente de sufrimiento o enfermedad.

Tristeza

Por contrapartida, si fijamos la atención en aspectos externos, la vida se hace más sencilla. Esos aspectos externos comprenden una multitud de realidades. El saber, las otras personas, el propio trabajo, las aficiones, etc. Todo ello hace la vida más interesante y plena.

Bertrand Russell señala que las actitudes expansivas traen regocijo y alegría. También son por sí mismas una fuente de energía y de motivación. Asimismo, aportan elementos para tener más fortaleza a la hora de resolver los problemas propios.

La forma de cultivar la actitud expansiva

La actitud expansiva no nace de forma espontánea, sino que es necesario cultivarla. Para B. Russell, permanecer distraído en actividades cotidianas es una actitud que abre las puertas a la felicidad. Tampoco se trata de dar la espalda a la introspección o a la reflexión sobre uno mismo, porque esto desembocaría en una vida banal. Sino que se trataría de encontrar un equilibrio particular y que nada tendría que ver con situar el punto de apoyo en un lugar equidistante de los extremos.

En este sentido, también es importante elegir el momento adecuado y el modo adecuado. Hay un tiempo para pensar en uno mismo y otro para enfocarse hacia lo externo. Pensar en los problemas propios solo cuando tiene sentido hacerlo; en el resto del tiempo tendríamos que volcar nuestra atención en el exterior.

Lo que Bertrand Russell propone es el cultivo de una mente ordenada. Si esto se logra, la mente siempre estará más despejada y más orientada hacia el presente. Cuando se piense en uno mismo, debe hacerse con racionalidad y máxima concentración. También tendríamos que ser capaces de cuestionar nuestros propios razonamientos para determinar su validez.

 

Artículo seleccionado, seguir leyendo en La Mente es Maravillosa.