Los primeros en describir la intención paradójica, son Frank y Erikson, y se define como aquella acción que logra el efecto contrario a lo deseado. A modo ilustrativo, podría referir el caso de aquellos hombres que están más preocupados por conseguir la erección durante el acto sexual que en el disfrute de la experiencia. ¿Y cual es resultado?, pues que evidentemente la erección no se lleva a cabo, porque para que esta se de, no podemos exigirla, no podemos hacer un imperativo de nuestro deseo.
¿Podría ayudarnos esto en el ámbito de los trastornos de ansiedad, y más concretamente en el tratamiento de la agorafobia? Mi experiencia me dice que si.
¿Y si resulta que el peligro no se encuentra donde estamos acostumbrados a mirar?. Quizá la búsqueda de la salvación, nos lleve al miedo, y esta es la paradoja mas complicada de solucionar. El paciente se aferra a un salvavidas porque cree que esa es la solución, pero ¿Qué ocurrirá cuando el problema sea el salvavidas? Prestando atención a la génesis del pánico, nos damos cuenta que se alimenta de si mismo, el miedo necesita de miedo para seguir viviendo, y esa es una de las reglas del juego. Uno se cuestiona si en la medida en que pretendemos escapar de las sensaciones que nos aterrorizan, no nos adentramos más en ellas. Si en la medida en que intentamos acercarnos a una sensación de normalidad, no estamos provocando el efecto contrario.
¿Qué solución nos queda entonces?, quizás la vía alternativa de no hacer nada, pueda hacer mucho por nosotros. Pero esto, a primera vista pueda parecer una locura, algo totalmente opuesto al instinto de la supervivencia.
Recuerdo a un paciente que tenia un enorme miedo a morir en un ataque de ansiedad. Mi propuesta fue que nos fuésemos juntos a morir a un banco de un parque que el temía atravesar por su agorafobia. Nos preparamos en un ritual, en el que nos despedimos de todo lo conocido, nos pusimos presentables y calzoncillos limpios y nos fuimos a pasar nuestra ultima hora a un banco. Llamamos a la muerte con toda la intensidad que pudimos, pero la muerte no apareció. El hombre termino muriéndose, de risa, claro. Lo importante de esa experiencia es el descoloque absoluto de las reglas a las que hasta ahora estábamos acostumbrados, y un golpe a nuestra omnipotencia. Porque para la muerte no estaba retándonos a nosotros, no nos perseguía, no sigue las reglas de nuestro miedo.
La intención paradójica no es una propuesta milagrosa, ni algo fácil de asimilar. Uno puede entender este concepto de forma intelectual, y sin embargo puede no tomar sentido real nunca. No podemos reducirlo simplemente a tírate a la piscina, que esta fría pero no mata. Solo en muy raras excepciones, una persona es capaz de quitarse el salvavidas de golpe. En el resto de los casos, hay que ir creando en la persona puntos de apoyo alternativos porque nadie esta dispuesto a cometer un “suicidio” que va en contra de sus leyes de supervivencia, por muy neuróticas que estas sean.