El surcoreano Im Dong-Hyung batió el récord del mundo de tiro con arco durante los pasados juegos de Londres celebrados en 2012. Lo excepcional de esta situación es que a Dong-Hyung no le está permitido conducir, tampoco puede leer, ni manejarse bien con un ordenador. Lo excepcional a esta situación no es que el arquero sea analfabeto cómo podríamos inferir, sino que es ciego.
Al final en las Olimpiadas, después de batir el récord tuvo que conformarse con el bronce, y es que nuestro arquero no quiere ganar en los Juegos Paralímpicos.
La mayoría de los pacientes cuando vienen quieren aprender a combatir su ansiedad, quieren ser mejores espadachines o mejores tiradores, quieren encontrar la inspiración para vencer a su adversario, la técnica…
Sin embargo, y parafraseando al filósofo Alan Watts, la verdadera disciplina del Zen comienza sólo en el punto en que el individuo ha dejado completamente de intentar mejorarse a sí mismo. (…) La razón es que el intento de mejorar o de actuar sobre uno mismo es una forma de encerrar la acción en un círculo vicioso, es como tratar de morderse los propios dientes.
Ponemos el énfasis de nuestros problemas en el trastorno de ansiedad, pero en realidad este no es más que una manifestación de nuestra lucha interna, de nuestras decisiones, de nuestros anhelos y actos.
Ignoramos, no somos conscientes, que hace tiempo que hemos tomado una serie de determinaciones que han cambiado nuestros objetivos vitales, como por ejemplo hemos tomado como referente nuestro miedo, y no nuestro deseo. Hemos decidido encomendar nuestra vida a la búsqueda de una seguridad que no existe. Y claro que es inútil decir que no deberíamos querer la seguridad. Hemos de descubrir que no existe la seguridad, que buscarla es doloroso y que cuando imaginamos haberla encontrado, no nos gusta. Lo principal es comprender que no hay ninguna seguridad.
Ninguna flecha que acierte en el blanco va a darnos eso.
El arquero ciego de nuestra historia tiene un 20 por ciento de visión en un ojo y un diez por ciento en el otro. El no puede permitirse el lujo de buscar referencias, el sólo tiene que apuntar a sí mismo, no a la diana.