Agoraphobic Traveller es un trabajo fotográfico realizado por una persona con agorafobia. Entre sus seguidores hay una gran variedad de perfiles: desde aficionados a la jardinería hasta viajeros empedernidos, cineastas, arquitectos, artistas y, por supuesto, personas anónimas que padecen su mismo trastorno, una agorafobia que por momentos la ata literalmente a su casa. Una historia que nos cuenta Yorokobu y que nos ha gustado tanto que te la resumimos aquí:

Jacqui Kenny visita lugares remotos sin moverse de su casa, en Londres, por una razón muy sencilla: padece una agorafobia severa y tiene pánico a subirse a un avión. Con el objetivo de superar su fobia, ha reunido más de 26.000 capturas en la que muestra escenas cotidianas en paisajes urbanos inusitados como Sun City, en Arizona, o Baganuur, en Mongolia.

«Llevo lidiando más de 20 años con la ansiedad. Sufrí mi primer ataque de pánico a los 20 y pocos, pero en aquella época nadie hablaba de salud mental. Ni siquiera mi doctor supo explicarme qué era la ansiedad y los ataques de pánico. Llegó a decirme que podía deberse a algo que había comido aquel día», cuenta Kenny.

Su primera experiencia con la agorafobia ocurrió durante un vuelo de Nueva Zelanda a Tonga. La autora de este proyecto experimentó angustia, pánico y unas ganas tremenda de salir del avión. «Tuve que recorrer a mi poder de autocontrol para no derrumbar la puerta del avión en pleno vuelo. Las cosas mejoraron, pero después de otro periodo de estrés comencé a empeorar. En algunos momentos no era capaz ni siquiera de alejarme 10 metros de mi casa. Hace ocho años me fue diagnosticada la agorafobia», añade.

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Hoy Kenny convive con este trastorno, cuya intensidad varía constantemente. Reconoce que siente una sensación de malestar cada vez que sale de su zona de confort. «Hay veces en las que simplemente voy al supermercado y parece que he escalado el Everest. Otros días las cosas van mejor. Intento salir de casa todo lo que puedo para enfrentar mis miedos. Las vacaciones y los viajes son especialmente duros para mí y no solo por el tema del transporte, sino porque los destinos suelen ser lugares poco familiares», asegura.

Agoraphobic Traveller arrancó el año pasado, cuando Kenny perdió su empleo tras una década en la industria cinematográfica. «Fue un momento particularmente estresante de mi vida. No estaba lista para aventurarme en el mundo en aquel momento, pero necesitaba un proyecto creativo para mantener mi mente centrada. Simplemente me sentía como si fuese la única cosa que podía hacer», cuenta desde Inglaterra.

Lo más llamativo de este ensayo es que ha reunido a su alrededor una comunidad de personas que padecen agorafobia y que, gracias a este proyecto, consiguen un cierto alivio en su día a día. «No solo me ha puesto en contacto con personas de todo el mundo que pasan por luchas parecidas, sino que hablar abiertamente de ello me ha hecho sentir mejor y más grande. Las enfermedades mentales generan un cierto estigma y yo pensaba que me juzgarían por eso, aunque la realidad ha demostrado lo contrario. He recibido todo tipo de apoyo y muchos ánimos. Es increíble porque ahora hay mucha gente que me habla de su salud mental», asevera.

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