La escucha activa requiere la misma consciencia y entrenamiento, o incluso más, que saber expresarse.

La escucha activa es un elemento indispensable en la comunicación eficaz y consiste en la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona expresa directamente, sino también las emociones, ideas o pensamientos subyacentes a su discurso.

Para entender todo esto se precisa poseer cierta capacidad de empatía, que permite escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla.

La escucha activa se llama así porque requiere un esfuerzo consciente. No se trata de una serie de estrategias de engaño para que la otra persona crea que está siendo escuchada.

Para escuchar activamente debemos dedicar al otro toda nuestra atención y demostrar que así es. Esta técnica está basada en el trabajo del psicólogo humanista Carl Rogers, y es utilizada principalmente en campos como la psicoterapia, la resolución de conflictos y la enfermería.

A continuación te dejamos algunos trucos para mejorar y poner en práctica tu escucha activa:

  • Deja que sea tu interlocutor el que guíe la conversación hacia donde desee: evita hacer preguntas o sugerencias que puedan interrumpir y conducir hacia otros temas, como por ejemplo “Quizás deberías tener en cuenta también…” o “Esto me recuerda a cuando…”.
    Busca de forma natural el contacto visual: así muestras a la otra persona que estás prestando atención a lo que dice y siente y, además, puedes mostrar sinceridad.
  • Muestra en determinados momentos una sonrisa ligera: esto asegura al interlocutor que la información que está transmitiendo está siendo bien recibida y le motiva a seguir hablando.
  • Mantén una postura corporal receptiva: la persona que escucha activamente tiende a inclinarse ligeramente hacia adelante o hacia los lados mientras está sentada, orientada hacia el interlocutor con los brazos y piernas en una posición de apertura.
  • Ajusta tus expresiones gestuales a su discurso: puedes mostrar gestos de expectación como levantar las cejas. Está demostrado que reflejar la postura corporal y expresiones faciales (mirroring) sirve para generar más empatía en situaciones emocionales, siempre y cuando se realice con discreción. De hecho, si realmente estás escuchando lo más probable es que lo estés haciendo de forma inconsciente.
  • Ofrece señales verbales de escucha y comprensión: con expresiones como «ajá», «ah», «claro», “entiendo”… asintiendo con la cabeza y con expresiones corporales adecuadas.
  • Haz preguntas: de esta manera puedes clarificar la información que has recibido y mostrar interés por lo que el emisor intenta comunicar.
  • Parafrasea: verifica que estás entendiendo al otro repitiendo lo que acaba de decir. Si alguna parte te ha llamado especialmente la atención, puedes resaltar las palabras que más te han impactado. De esta forma el hablante va a ampliar la información sobre lo que hayas subrayado.
  • Resume: sintetiza parte de su discurso, dejando claro que entiendes su punto de vista: “O sea, que lo que estás diciendo es…”.
  • Respeta los silencios que se produzcan de forma natural en la conversación: sé paciente y respeta el tiempo del otro.
  • Valida: lo más difícil y a la vez lo más necesario es no juzgar. Escucha dejando de lado tus prejuicios y sin tratar de sacar conclusiones. Recuerda que tienes delante a una persona que está expresando sus pensamientos y emociones y que no tiene por qué ser totalmente preciso con las palabras. Si dice algo que te escandaliza reconoce que te ha sorprendido, pero no lo califiques de estupidez o locura. Demuestra que aceptas y comprendes lo que dice aunque no estés de acuerdo.
  • Acoge las emociones que el otro manifiesta: las emociones son reacciones automáticas e incontrolables. Por eso, decir a una persona que no debería sentir lo que siente implica un reproche hacia algo sobre lo que no tiene control.