El arte está en NO tratar con este tipo de gente. Las personas tóxicas lo único que hacen es consumir nuestra energía y bienestar, no obstante, entiendo que a veces la convivencia es irremediable.

Empecemos por pensar que nadie es tóxico las 24 horas del día, tal como nadie es simpático los siete días de la semana. Somos muchas cosas y una persona tóxica también puede ser simpática y reírse de vez en cuando, por increíble que parezca. ¡En serio!

  • Tratemos de buscar las características, gustos, intereses de esa persona con los que podamos convivir : una ciudad, cine, comida, familia…
  • Es importante preguntar, que el otro sienta que te interesas por sus cosas. La mayoría de las personas tóxicas, lo son porque se sienten poco queridos, poco atendidos… algunos creen que el mundo está contra ellos y es más difícil dulcificarles, pero es posible.
  • Nunca trates de convencer a un tóxico de lo contrario; el objetivo es buscar puntos en que os podáis encontrar, no convencerle a pensar diferente, porque ahí es cuando pierdes la guerra. Insultas, te sientes culpable y agotado por el consumo de energía que te supuso toda la panoplia de argumentos dignos de una clase magistral, no olvidando que con la culpa volvemos a la rueda y sin querer promovemos más encuentros con tal de no sentirnos mal.
  • Siempre que se pueda es conveniente limitar el tiempo y los espacios de convivencia a solas; en pequeñas dosis es más fácil no dejar que te afecte tanto el mal humor de los demás, y en grupo el malestar se diluye por varios y es más llevadero. Mal de muchos…
  • Prioriza, piensa en lo que realmente importa en tu vida y no desperdicies energías que las necesitas para tu bienestar. No te enfades porque no piensen como tu o te volverás tú una persona tóxica. 
  • Piensa: ¿Me merece la pena? ¿Qué voy a conseguir con esto? ¿Cómo quiero terminar el día? Con base a esto actúa, aunque eso implique ser etiquetado de borde. Mucha gente asertiva, que trata de cuidar su bienestar es apellidada de borde, cuando lo único que hacen es no estar tan pendientes “del qué dirán” y más atentos a sus necesidades, sintiéndose libres de decir No cuando así lo desean.

Imagen de portada de  CORBIS.